El Concurso Escribir Arquitectura se organiza desde el año 2015 en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica para enriquecer las prácticas escriturales sobre la arquitectura y para visibilizar las voces de los y las estudiantes de la escuela. Cada año la invitación se extiende al conjunto de estudiantes activos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica a participar con ESCRITOS en cualquier campo de estudio que aborde la arquitectura en sentido amplio y expandido.
Así, se renueva el compromiso por visibilizar tanto las maneras alternativas de pensar como las maneras alternativas de escribir fuera de los formatos tradicionales, es decir, donde sea posible articular saberes y afectos, problemas y preguntas con palabras, dibujos, diagramas, mapas y otro material visual (comunicados, conversaciones, pantallazos, memes, fotografías, vídeos, gifs o cualquier formato hipertextual y multimedial).
El objetivo de la convocatoria no es seleccionar ganadores, sino eventualizar una reflexión situada que, desde nuestras experiencias universitarias, aborda nuestras realidades arquitectónicas, espaciales, sociales, políticas y culturales.
Las convocatorias se realizan por medio del Boletín Arquis y las redes sociales de la Escuela.
Conceptualización por Valeria Guzmán Verri y Luis Durán Segura
Primer lugar 2015. En Carta Suicida de un Planificador, David Araya escribe con tres voces, a veces la de un arquitecto, la de un urbanista y otras, la de un planificador. Su voz se expresa bajo la imagen de una carta abierta y pública que recupera el género de escritura epistolar.
Primer lugar 2017. En Un lugar común o la inesperada virtud de la máquina, Felipe Chaverri explora articulaciones entre palabra y gráfica.
Primera mención 2017. La UCR construye por Sofía Richmond
Segunda mención 2017. Obstrucción por Erick Víquez
Primer premio 2019, (declarado desierto)
Primer Premio 2021. La Arquitectura y el conocimiento por Alejandro Anaya.
La arquitectura de este texto produce desconcierto: su escritura está vaciada, pero es meticulosa en asignarle un lugar al precio, al autor, al resumen y a las palabras claves. Nos coloca en una encrucijada que cuestiona el lugar del conocimiento y reacciona a nuestras expectativas de saber y reconocer. El conocimiento no está en las palabras, más bien está disperso en una serie de acciones formales, empero expandidas, que se realizan en diversos ambientes del mundo digital. Tal vez la más significativa es el clicar vínculos para acceder a una expectativa de lectura que no se cumplirá. En tal sentido, el texto explicita el carácter inacabado de la propia textualidad. Del escrito también se desprenden otras preguntas valiosas en el actual contexto de “enseñanza” y “aprendizaje” remoto: no sólo ¿quién tiene acceso al conocimiento en la economía y la sociedad de la información?, ¿quién diseña las contraseñas de acceso?, sino también ¿de qué arquitecturas del conocimiento queremos ser parte y cómo?
Primera mención 2021. Soliloquio por Daniel Abarca
El texto se produce desde un cuerpo que trabaja durante dos madrugadas separadas por tres meses. Se compone de reflexiones cortas con rasgos de guion dramatúrgico y algunos pasajes en verso. Identificamos en los fragmentos un repaso a los cánones y las aspiraciones de un discurso arquitectónico calificado como pretencioso en su globalización, su colonialidad y su modernidad. Los fragmentos también exponen, de forma a menudo satírica, las divisiones discursivas y las categorías impuestas a la ciudad de San José de Costa Rica, la gentrificación, la ciudad cosmopolita, la ciudad inteligente, el centro y la periferia, el oeste y el sur. Su autor o autora registra varios tonos para estas reflexiones de naturalezas heteroglósicas (a veces irónicos, a veces musicales, a veces nostálgicos, otras veces críticos, otras melodramáticos), con lo cual renuncia a las demandas de unidad y coherencia que a menudo parecieran obligatorias en contextos academicistas. Las voces vacilantes, personales e inconclusas, articulan un acto creativo que permiten señalar algunos lugares comunes de la formación en arquitectura. En breve, se trata de un soliloquio engañoso, toda vez que nos convoca, por no decir que nos compele, a reaccionar a él.