Entrevista por Paola Rojas
Ana María Lizano y José Eduardo Barrantes son estudiantes egresados de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica y como Trabajo Final de Graduación han elaborado, en colaboración con el Ministerio de Educación Pública, un proyecto que ha sido de gran interés para esta institución denominado «Provisiones y portátiles: espacios educativos para la niñez Ngöbe-Buglé en Coto Brus». Dicho proyecto fue presentado en la Defensa Pública el pasado 9 de setiembre en donde fue aprobado y premiado con honores.
Para conocer un poco del proceso de este proyecto se hizo un acercamiento a Ana y Eduardo para que contaran un poco de la experiencia durante los pasados meses en que han trabajado de forma colaborativa en diseño. Primeramente se conversó un poco acerca de qué era y en qué consistía el trabajo. Nos comentaban que “primeramente era una colaboración con el MEP para un proyecto que ellos ya tenían, un proyecto de educación”. Este provenía de ser un apoyo para una iniciativa interinstitucional con varias instituciones, entre ellas: IMAS, PANI y el poder ejecutivo, conocida como “casas de alegría” en donde no se tenía la infraestructura para la educación en las zonas donde era necesitado. En ese momento es en donde se hace el contacto para la elaboración de un diseño que apoyara esta necesidad y que a la vez fuera el Trabajo Final de Graduación.
El proyecto diseñado son módulos educativos portátiles y provisionales. “Ese es el concepto primordial, que se basa en una cultura indígena: Ngöbe-Buglé, quienes son nómadas y se desplazan al país desde Panamá por aproximadamente tres meses”. De esta manera nos cuenta Eduardo que el proyecto pretende funcionar bajo el pensamiento de poder desarmarse y armarse fácilmente durante esos movimientos para que los niños y niñas no pierdan la línea educacional y de aprendizaje. Es así como definen la necesidad como “espacios que se puedan mover con ellos y que se puedan desarmar en las fincas para que no estén instalados todo el tiempo, donde los dueños prestan los terrenos para dicha actividad. Siempre manteniendo una línea de diseño bioclimática".
Preguntamos también acerca de cómo fue el proceso de la producción de la idea para este trabajo, si había surgido alguna inquietud o interés desde antes que propiciara el desarrollo del mismo. Eduardo comentaba que el MEP ya tenía el proyecto delimitado, pero que el proceso en sí comenzó cuando ambos estaban en el Taller Tropical y se les asignó diseñar unas “casas anti-desastre”, éstas fueron muy gustadas dentro del taller y fueron publicados en el Semanario y tuvieron un reportaje en Teletica. Es así como el profesor de la Escuela de Arquitectura Manuel Morales y Roxana Gómese enteran. Ella contactó a Manuel para solicitar que Ana y Eduardo elaboraran un trabajo similar a lo realizado en el Taller Tropical, pero que respondiera a las necesidades de las comunidades indígenas en estudio. Es así como ella se convierte en la representante del MEP durante el desarrollo del proyecto.
“Tuvimos una reunión con el comité del Taller Tropical, Manuel y Roxana y ahí decidimos cómo abordar el proyecto. Teníamos algunas opciones, hacerlo como un proyecto por aparte de la Escuela, hacerlo como un proyecto de graduación o como una práctica profesional. Al final decidimos hacerlo como un TFG (Trabajo Final de Graduación).”
En cuanto al proceso de diseño y trabajo en conjunto conversamos un poco acerca de cómo había sido esa experiencia colaborativa entre dos: las dinámicas, los retos y los procesos que tuvieron que enfrentar. Ana nos comentó que nunca habían trabajado juntos, “yo no sabía como trabajaba él y él no sabía cómo trabaja yo. El roce fue más durante el primer semestre en donde ninguno estaba acostumbrado al ritmo de trabajo del otro, pero conforme avanzamos fuimos entendiendo los tiempos del otro y la forma en que trabajaba y así el proceso se volvió más sencillo. Mucho fue gracias a las facilidades que la tecnología hoy en día nos brinda”.
Si consideramos comparativamente un proceso de diseño individual a uno colaborativo, comentar Eduardo que como todo, tiene sus pros y sus contras. En primer lugar, ambos estaban acostumbrados a trabajar solos pero siempre habían tenido la noción de que fuera de la universidad, en el campo laboral, todo sería colaborativo y que era el momento para empezar a desarrollar estas habilidades. En donde siempre se va a tener que responder a la persona que está a lado, o a alguien en un puesto superior, y de esa manera podrían desarrollar un ejercicio válido en este nivel para una instancia futura y así irse acostumbrando.
"Además este proceso ha sido uno lento y minucioso", nos contaba Ana, porque el nivel de detalle era muy abundante y tenían que especificar todo muy bien para poder elaborar el manual de construcción de la mejor manera. “Todo siempre apuntando a nuestras expectativas de ver el proyecto construido y de que sea replicado”.
Ambos coincidían en que ese tipo de colaboraciones son sumamente importantes, ya que en la Escuela se producen muchos proyectos de muy buena calidad y de un alto nivel que podrían salir al exterior o ser usados por otras instituciones. El alcance en el campo profesional podría ser mucho mayor, teniendo en cuenta que esa transición no es sencilla y este tipo de proyectos podría ser un puente facilitador entre ambos contextos.