El mes pasado el Departamento de Comunicación Arquis realizó una serie de entrevistas a estudiantes de nuestra escuela que tuvieron la oportunidad de participar de un intercambio académico el semestre pasado por varios países por el mundo, uno de ellos fue Gerardo Lorenzen, estudiante de quinto año de la carrera, el cual realizó su intercambio en la Universidad Técnica de Darmstadt, Alemania.
Mi familia de parte de mi papá vino de Alemania y actualmente tengo parientes allá, además aprendí el idioma desde el colegio, entonces siempre había querido ir a estudiar allá, aunque fuera un semestre. La Universidad (Universidad Técnica de Darmstadt) la escogí porque de las opciones que había en Alemania, parecía la más variada en cuanto a cursos, además de estar bien ubicada en el ranking de universidades alemanas. También tomé mucho en cuenta la recomendación de una buena amiga que había ido un año antes.
Quería ver cómo se hacían las cosas en otro país, llevar la versión local del taller de diseño pero quería intentar aprender cosas que en nuestra U no se manejan; además de aprovechar las facilidades de transporte europeas para turistear todo lo posible.
Luego de 6 [meses] siento que uno vuelve con ganas de más. Es imposible volver de una experiencia que le abre tanto los ojos a uno y no querer seguir aprendiendo cosas que acá no se dan; que hay todo un mundo de posibilidades y aprendizajes afuera a los que no hay que cerrarles la puerta solo porque acá las cosas se hacen de cierta manera.
La dinámica de los talleres es similar, aunque allá los talleres y los cursos en general están divididos por áreas, por ejemplo área de diseño digital, área de planificación urbana, área de historia, área con énfasis en construcción, etc., y cada una de esas abre una oferta de cursos diferente cada semestre. Los estudiantes deben llevar un cierto número de cursos de cada área para completar el plan y muchos son optativos, a diferencia de acá que los mismos cursos abren cada semestre y la flexibilidad está solo en los talleres.
Por otro lado, en los talleres muchas veces existían invitados de otras áreas o universidades, las entregas parciales se hacían a manera de exposición y una vez hubo alguien de la ETH Zurich, y en otra ocasión fue un arquitecto con su propia empresa que trabaja en Frankfurt. Considero que esta dinámica aporta un ojo crítico desde afuera, así como cierta conciencia de lo que se hace en el mundo laboral y en otras universidades importantes, enriqueciendo el proceso.
Por último, una de las mayores diferencia radica en la cantidad de años que se requieren para un título, porque en Europa las universidades suelen seguir el modelo de tres años para un Bachillerato, más dos años adicionales para obtener el Máster, mientras que acá en 5+ años apenas salimos con una licenciatura.
Yo diría que lo más valioso fue demostrarme a mí mismo que las cosas se pueden hacer bien. Una experiencia de estas lo pone a uno a cuestionarse muchísimas cosas, como si uno tendrá el nivel necesario o logrará desenvolverse en un contexto tan distinto. Salir a probar suerte de estas maneras representa una forma de encontrar los resultados de salirse de la zona de confort a hacer cosas que aquí no se hacen.
Darmstadt era una ciudad pequeña, muy universitaria, en la que el intercambio cultural es grande por la cantidad de estudiantes internacionales que llegan de todas partes del mundo. Aparte de la experiencia académica, volver con una buena cantidad de contactos en muchos países es completamente gratificante. Las dinámicas urbanas son simplemente envidiables en cuanto a seguridad, presencia y uso de espacio público, y sobretodo en cuanto a facilidad de transporte público.
Destacaría la visita al Centro Danés de Arquitectura (DAC por sus siglas en inglés) en la impresionante ciudad de Copenhague. Tuve la suerte de visitar una exposición que incluía todos, o la gran mayoría de proyectos diseñados por Bjarke Ingels Group en todo el mundo. Desde maquetas, modelos de proceso, renders, diagramas, libros, presentados en un despliegue impresionante de colores, la exposición me dejó sinceramente asombrado y agradecido por haberla podido vivir.
Talvez uno de los cursos que llevé lo cambiaría. Tenía una temática bastante llamativa sobre investigar y diseñar con ayuda de brazos robóticos y el software correspondiente, pero el manejo docente no fue el mejor y dejó mucho que desear. En todas partes del mundo suceden cosas así.
Enriquecedora, gratificante e intensa. Siento que estas oportunidades no hay que dejarlas pasar porque uno crece mucho como persona y, al final, se siente orgulloso de lo que se logró académicamente; y como estudiante internacional siempre hay mucho que hacer, mucho que ver, mucho que vivir. Se vive intensamente y a plenitud.
Diría que se manden, como se dice popularmente. Y que no se dejen llevar por el pánico escénico de no saber si van a rendir en otra universidad, por no saber si son lo suficientemente buenos por comentarios que se reciben mucho en Arquis UCR. Uno regresa con un aprendizaje importante a nivel académico, y gigantesco a nivel personal y humano.
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