Memorias del tradicional Aparato Volador
En la Escuela de Arquitectura, existe una actividad lúdico-creativa que está grabada en la memoria de muchas generaciones de estudiantes y hoy profesionales: el "aparato volador". Para muchos, es un evento que no solo representaba la experimentación y el diseño, sino también una de las primeras pruebas de fuego de la carrera. Detrás de esta tradición, se encontraba el profesor Juan Bernal Ponce (1938-2006), uno de los grandes promotores de esta actividad.
Cuando comencé en la carrera, en 1987, la actividad formaba en ese entonces parte de un curso llamado Técnicas de modificación del entorno TM. El reto encomendado era hacer un aparato liviano que volara, y que al menos pudiera aterrizar con cierta gracia desde una gran altura sin dañar a nadie. En ese primer año de carrera, lanzamos los aparatos desde la azotea del edificio de Estudios Generales y pues si llegamos sin pedir permiso, y los espectadores esperaban ver cómo nuestros diseños se desintegraban contra el suelo, o si acaso aterrizaran con dignidad.
Con el tiempo, en Arquitectura surgieron nuevos cursos, como los de Fundamentos de Diseño I y II, que bajo la dirección del profesor Juan Bernal Ponce fue que la actividad del "aparato volador" adquirió una nueva dimensión. La institucionalización de esta actividad no solo permitió que se convirtiera en una tradición obligada y esperada por todos, sino que también aportó un marco de estructura y propósito. Para los estudiantes de primer año, era un reto.

Colección de afiches del aparato volador como parte de las actividades de Semana Universitaria. Fuente: archivo de Rodolfo Mejias y Marcela Vargas.
El "aparato volador" se convirtió en un evento esperado en Semana Universitaria, y la verdad es que muchos de nosotros lo recordamos con mucho cariño, porque fue uno de esos momentos en los que el diseño, la creatividad y la diversión se encontraban. Porque, sinceramente, es mejor aprender arquitectura con una sonrisa que con lágrimas.
Lo cierto es que, a veces, la participación no era completamente espontánea. Recuerdo que, en varias ocasiones ya siendo el profesor, y cuando el interés espontaneo por la actividad empezó a mermar, tuve que recurrir a una suerte de "chantaje de puntos” para lograr la participación y garantizar el espectáculo. Les ofrecía puntos extra en la nota final: tres puntos si el aparato aterrizaba con gracia y estilo, dos puntos si se veía un esfuerzo evidente en el diseño, aunque aterrizara feo, y uno por participar, aunque el diseño no tuviera buen “oficio”. Y, claro, había algunos que solo buscaban esos puntos extras, pero esos aparatos improvisados eran los que más rápido terminaban estrellándose contra el suelo, desde el “palomar” de la Escuela, y los que más carcajadas generaban.
Esta actividad fue interrumpida solamente por el COVID, en alguna ocasión que estuve fuera del país en esa fecha y cuando se cerró el curso de Fundamentos de Diseño lo trasladé al curso de Representación Tridimensional 1. Pero hoy apenas si subsiste en la memoria colectiva de los estudiantes más avanzados. Por eso es importante retomar la actividad; siento que, durante una hora de lanzamientos, nos reuníamos todos como escuela frente al edificio, mirando al cielo.

Memorias fotográficas del evento espacial que provoca el Aparato Volador al frente del edificio Arquis. Fotografías: Rodolfo Mejías Cubero.
El ambiente era bonito y muy creativo, disfrutado tanto por los estudiantes como por los transeúntes que la actividad los tomaba por sorpresa. También en el curso de Fundamentos de Diseño en ocasiones la actividad del “aparato volador” se mezclaba con el diseño de camisetas y con sombreros extraños. Sin embargo, transformamos el aprendizaje del diseño en un juego, con cero conocimientos de aerodinámica. Ver el lanzamiento de aparatos era bonito. La competencia no solo se basaba en el diseño, sino también en la reacción del publico que premiaba con el aplauso los buenos diseños y con un awww a los que lamentablemente fallaban.
El año pasado la participación fue muy escasa por decir casi nula.
Hoy, al ver que en primer año 2025 el "aparato volador” se retoma es de mucha alegría, y es un símbolo de lo que representa ser estudiante de arquitectura: arriesgarse, experimentar, fallar y volver a intentarlo. Aunque algunos podrían verlo como una novatada de ingreso a la carrera, la actividad siempre tiene esa chispa de diseño intuitivo y emoción que no debe perderse nunca. Es el inicio del largo viaje de la arquitectura, y el "aparato volador" es, para muchos, un recuerdo inicial que se les queda grabado para siempre.
Y si se preguntan si el aparato volador de Mejías voló cuando estaba en primer año, la respuesta es NO.
Les invitamos a ver el video reseña de "Aparatos voladores 2015" y Aparatos voladores 2016