Durante los últimos semestres, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica ha venido implementando esfuerzos para mejorar como organización, incluyendo sus labores de gestión ambiental. Al ser una comunidad académica integrada activamente por más de 800 personas, entre estudiantes, docentes y cuerpo administrativo, hemos asumido la responsabilidad y el reto de disminuir y mitigar los impactos de nuestras múltiples actividades, así como aspirar a ser siempre una unidad académica de vanguardia, ejemplar y con coherencia en sus discursos y acciones.
En vista de la compleja y creciente problemática ambiental y climática que nos aqueja, tenemos la profunda convicción de que todo esfuerzo que podamos emprender en esa línea es urgente y positivo, independientemente de su escala y grado de incidencia. Hemos tenido consciencia por muchos años de los múltiples aspectos en que tenemos que mejorar, pero no siempre hemos podido articular las voluntades necesarias para emprender esos procesos de cambio que, por lo general, requieren de perseverancia, participación y de enfocarnos colectivamente en el alcance de metas concretas.
Nuestra Escuela está por conmemorar el 50 aniversario de su creación (en el 2021), un hito a la luz del cual nos disponemos no solo a celebrar, sino sobre todo a reflexionar con honestidad acerca de ¿Cuál ha sido nuestro papel en el desarrollo de la arquitectura, el urbanismo y áreas afines en el país y en la región a lo largo de estas décadas?, ¿Cuál es nuestra influencia en el presente? y, en especial, ¿A qué deberíamos aspirar en los años por venir?. Ante un mundo de creciente incertidumbre y en proceso vertiginoso de cambio, entendemos que nos corresponde afrontar los desafíos de la academia y de la profesión con valentía, aprovechar las oportunidades y ser cada vez más una voz plural, diversa y sensible que se manifiesta constantemente a favor de un desarrollo compatible con la sostenibilidad ambiental y con la dignidad de todas las personas y comunidades.
En ese marco, desde la Dirección y la administración de la EAQ, la Asociación de Estudiantes de Arquitectura (AEDA) y el esfuerzo colaborativo de otras personas estudiantes y docentes de la Escuela, se han emprendido iniciativas diversas para mejorar el desempeño en áreas como: gestión integrada de residuos y desechos; reducción de compra y uso de materiales y sustancias contaminantes; consumo de agua y de electricidad; salud y seguridad ocupacional; comunicación y educación ambiental, entre otras.
A inicios del 2019, un equipo de estudiantes del curso de Formulación y Gestión de Proyectos conformado por Katarina Miranda, María José López, Bryan Rojas, Melissa Acuña, Benjamín Badilla y Jose A. González asumió la misión de inscribir a la Escuela en el Programa Bandera Azul Ecológica (PBAE), dentro de la Categoría Centros Educativos, con el fin de ayudar a vincular y orientar hacia metas comunes a los diferentes grupos y acciones que habían venido trabajando en esta línea. Este Programa busca el bienestar de la sociedad a través de las acciones que promuevan el uso racional y responsable de los recursos naturales, así como la Educación enfocada en el desarrollo sostenible y sustentable a través del tiempo. Bandera Azul Ecológica representa un galardón o distintivo que es otorgado anualmente, el cual premia el esfuerzo y el trabajo voluntario, promoviendo la búsqueda de mejores condiciones higiénico sanitarias y la mejoría de la salud pública de los habitantes de Costa Rica. Se estableció como objetivo: generar conciencia ambiental y vínculos dentro de la Escuela de Arquitectura, con el fin de promover un cambio en las prácticas de consumo, gestión de residuos y salud ambiental, mediante equipos de trabajo que desarrollen e implementen un plan de mejoras que sea ejemplarizante en el entorno académico.
El proyecto contó con el aval y el respaldo decidido de la Dirección y la Jefatura Administrativa, y fue coordinado a lo largo del año conjuntamente con la Junta Directiva y representantes de la AEDA, la Comisión Ambiental de la Escuela (conformada por docentes, estudiantes y administrativas, liderada por la profesora Emily Vargas), y la estudiante María del Mar Soto (PEMAFI). En el proceso se recabaron registros y evidencias de las acciones promovidas y ejecutadas por las partes involucradas, se realizaron nuevas actividades, se diagnosticó la situación en torno a las múltiples variables por examinar, y se elaboró un plan de trabajo para la atención y mejora integral en la gestión ambiental de la organización.
El 23 de abril de 2020, recibimos notificación de parte de la Dirección Ejecutiva del PBAE indicando que la Comisión Nacional del Programa, tras evaluar el informe técnico, acordó otorgar el galardón a la Escuela de Arquitectura, con 4 estrellas blancas (de un máximo posible de 5). Las cuatro estrellas significan que como Escuela hemos logrado el porcentaje anual de al menos un 100% de los parámetros obligatorios para centros educativos.
Este es un reconocimiento que nos complace mucho recibir, pero entendemos que, lejos de significar que todo está resuelto o bien en nuestras prácticas de gestión ambiental, nos implica aún más en términos de las responsabilidades asumidas. Hay mucho por hacer aún para cumplir cabalmente con los compromisos establecidos en el plan de trabajo. Sabemos también que los galardones y certificaciones son siempre relativos, y no deben hacernos nunca entrar en una zona de confort o de satisfacción prematura. Por el contrario, debemos verlo como un impulso y un estímulo para consolidar e incrementar esfuerzos articulados en esa dirección.
Agradecemos también a las instancias y personas de la Facultad y la Universidad que han colaborado aportando información, asesoría o acompañamiento técnico en el proceso.
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