El pasado sábado 3 de junio, La Escuela de Arquitectura realizó un taller llamado: Imagino mi Yurta en conjunto con TEOR/éTica en su espacio Tecnologías Recuperadas y el Colectivo Casagrafo de Cali, Colombia. El taller estuvo a cargo de Miguel Ángel Anacona quien trabajó en conjunto con diversas personas para entender el proceso histórico, simbólico y constructivo de una yurta.
Miguel Ángel Anacona es parte del colectivo Casagrafo, el cual conforma junto con Mayra Alejandra Saavedrase. Se dedican a la bioconstrucción con guadua (bambú) desde hace once años. Su principal enfoque ha sido la educación para transformar los entornos de las comunidades de base acompañándose del bambú. Trabajan desde el distrito de Aguablanca, un gran sector popular de la ciudad de Cali, Colombia, lugar desde el cual esperan seguir compartiendo sus conocimientos y experiencias con el bambú. (IG: @casagrafo)
La docente Paula Piedra opina sobre esta experiencia;
"Considero importante promover vínculos y experiencias pedagógicas conjuntas entre TEOR/éTica y la Escuela de Arquitectura por varias razones.
La primera es que para TEOR/éTica generar alianzas de colaboración es una manera de fortalecer nuestra gestión, es decir, plantearnos este tipo de vínculos nos permite materializar otro tipo y escala de proyectos. Al mismo tiempo, estos vínculos nos permiten entablar relaciones con comunidades a las que directamente no alcanzamos o con quienes tenemos poco contacto.
La segunda razón es que en los últimos años TEOR/éTica ha ido ampliando su línea de acción de ESTUDIO, este entendido como "una manera de estar con otros", desde esta premisa nos parece relevante estar en contacto con la Escuela de Arquitectura, reunirnos, compartir, conversar y hacer más porosa la relación entre la educación formal universitaria y las prácticas artísticas contemporáneas.
Pienso que desde este tipo de espacios de intercambio se genera conocimiento muy valioso y se desbordan las fronteras entre lo espacial/lo artístico y la educación formal/la educación informal, lo cual nos permite imaginarnos -ojalá- mejores maneras de relacionarnos como colectivo en nuestra sociedad".
Por otro lado, según Felipe Barrantes, docente de la Escuela, desarrollar un taller para compartir el proceso constructivo y exponer una yurta en la Escuela de Arquitectura tiene múltiples valores:
Una yurta es una edificación portátil tipo tienda de campaña y ha sido la principal forma de vivienda para muchas poblaciones nómadas del Centro de Asia. La yurta es una tecnología popular y una manera en que las personas han interactuado con el paisaje por miles de años. Por lo tanto, al conocer esta técnica nos conectamos con otros saberes y formas de existir.
El taller de la Yurta fue un ejemplo de cómo la academia puede ser facilitadora de la trasferencia directa del conocimiento popular. Por ejemplo, el conocimiento de la yurta, proveniente de Asia, pasó a Colombia donde fue reinterpretada en bambú, y ha sido utilizada por grupos como el colectivo Caságrafo como una forma de acción comunitaria.
De Colombia llegó a Costa Rica a través de Miguel Anacona, quien facilitó el taller en la Escuela de Arquitectura. Al taller asistieron una diversidad de personas de varias partes del país, así como estudiantes y docentes de la Escuela. La yurta fue un vehículo para que estas personas se conocieran, intercambiaran distintos saberes y técnicas.
El rol de la Escuela fue facilitar el espacio para la construcción y transferencia de saberes, donde donde todos participamos y aportamos conocimientos.
El bambú es un material accesible de manera local, tiene baja huella ecológica, es de rápido crecimiento, requiere pocos procesos industriales y es abundante en muchas zonas climáticas del país. Por estas razones, a nivel nacional existen muchas agrupaciones que promueven la producción, procesamiento y uso de este material.
Este taller fue una de tantas iniciativas que promueven el desarrollo de capacidades relacionadas al bambú, y a su vez, despierta el interés de muchas personas por este material.
Tradicionalmente, la arquitectura y la construcción son enmarcados como procesos separados. Como consecuencia, muchos arquitect@s y estudiantes de arquitectura están poco involucrados con los materiales de construcción y con las personas que trabajan directamente con estos materiales.
En cambio, construir una yurta fue una oportunidad para interactuar directamente con un material a escala 1:1. Nos involucramos en un proceso creativo donde el diseño y la construcción no están separados. Arquitect@s, constrctor@s de bambú y otras personas interesadas nos aproximamos al proceso a través del todo el cuerpo, del olfato, el tacto y los otros sentidos.
Además, tuvimos que trabajar en equipo para armar la estructura, resolver uniones, generar procesos y tomar decisiones. Estas experiencias permiten compartir y construir significados más profundos alrededor de lo que se está haciendo, a través del material, del trabajo en equipo y de utilizar todo el cuerpo.
La yurta es una estructura que se puede movilizar y desplegar fácilmente, razón por la cual fue creada y utilizada por culturas nómadas. Construir e interactuar con la yurta nos llevó a imaginar los potenciales de una edificación móvil, así como sus implicaciones sobre los materiales utilizados. Por ejemplo, las uniones móviles fueron lo más difícil de resolver y posiblemente, las primeras en fallar. Luego imaginamos el potencial de la yurta para actividades efímeras, viviendas de refugiados y otros tantos usos que podría tener una edificación de este tipo.
Esta tipología constructiva es clave en un momento de la historia donde tantísimas personas migran, y viven como nómadas de manera voluntaria e involuntaria.
El proceso para la construcción colectiva de la yurta consistió en seleccionar las piezas, tomar sus medidas, preparar la estructura de la vara de bambú de nudos, cortarlas y unirlas por medio de alambres. Para estas actividades se realizaron diversas estaciones de trabajo donde cada persona participó aprendiendo los pasos, herramientas y destrezas técnicas utilizadas en cada etapa.
Unos de los procesos explicados dentro de las imágenes para la creación de la yurta es el del inmunizado, del cual se pudo realizar algunas pruebas para entender el comportamiento del bambú y los beneficios obtenidos de este acabado.
Posterior a estos procesos se armaron las paredes y techo. Se hicieron pruebas de amarres y de la estructura y se trasladó la estructura al exterior del edificio para poder manejarla de una manera más adecuada.
Se finalizó la estructura, y cada participante compartió unas palabras acerca de su experiencia en el taller, donde resaltaron el trabajo en equipo, el aprender de un material desconocido, el realizar procesos constructivos sin tener conocimiento previo y conocer la parte de simbolismo y respeto del material y sus procesos asociados.
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